lunes, 12 de octubre de 2015

The Hypoglycemia Experience

Mi próxima entrada debería haber sido referente a la alimentación, ya que algunos se mostraron bastante interesados (oye, ¿qué mierda puedes comer?). Pero surgió un imprevisto y quiero escribir acerca de ello.

Nadie debería tener que soportar al monstruo en que me convierto cuando sufro una hipo. Nadie. Pero ya está, si no hay nadie, las cosas pueden resultar bastante más terribles. 

¿A qué me refiero, pues? A una hipoglicemia, el terror que le oscurece el corazón a todo diabético (no sería yo si no le doy un poco de color). Básicamente, una baja de azúcar. Sí, todos los seres humanos sufren bajas de azúcar, ya sea por no comer a horas adecuadas, cansancio, ejercicio desmedido, y otras variables. Así mismo ocurre con las alzas, pero estas se producen por exceso de carbohidratos y/o azúcares refinadas, sedentarismo nivel gordo lechón y sobre todo...estrés. Este estado de alza (hiperglicemia) prácticamente viene por default en el diabético, y eso es lo que tenemos que controlar. Nuestros niveles de glucosa en la sangre siempre van a ser más altos que los de ustedes. Por ejemplo, 70-80 mg en la sangre es normal para cualquiera. Para mí lo es entre 100 y 130. Y si mi medidor de glucosa me arroja bajo 100, podemos decir que hay que andarse con cuidado. 

La hipoglicemia es una experiencia diferente para cada diabético. Hay síntomas estandarizados, obvio, pero no se presentan en todos por igual. Y los números también pueden variar. En mi caso, bajo 70 mg ya es hipo, pero generalmente asintomática. Ya cuando estoy en 50-60 puedo sentir ciertos síntomas tales como: calor, sudor frío, mareos y visión borrosa tipo pre-desmayo. En esas ocasiones reacciono con calma y hasta buen humor. Olvídense después del rebote, la glucosa sube un montón, y la jornada se convierte en una mezcla de montaña rusa con tagadá, así tal cual. Que no les extrañe mi mala cara posterior, si es que tienen la desgracia de apreciarla luego de aquellos episodios. Quedo casi momificada luego del gasto de energía del cuerpo tratando de regular sus procesos. 

(Por favor, traten de no leer esto desde su perspectiva de las cosas. Mi cuerpo funciona diferente al de ustedes).

Hay momentos en los que la hipoglicemia se presenta -en mí- de otra manera. 
Pongamos el caso de ayer, el imprevisto que les mencioné,
Como estoy en los días previos a mi menstruación, la glucosa tiende a subir un poco y aunque esté sin comer todo el día, se mantiene estable (he aquí otro tema interesante para futuras entradas). Sumemos eso al que, efectivamente, no comí a la hora adecuada + agotamiento + factores emocionales que no viene al caso explicar ahora. Todo eso da por resultado una bienvenida con bombos y platillos a la hipoglicemia, sin tener los niveles lo suficientemente bajos como para ello. Pero es que, al fin y al cabo, da lo mismo. Conversaba con un viejito diabético el otro día, que me contaba que él ya estando en 90 sentía la hipo, y que debía comer cada 2 horas para evitarlo. Durante la mañana me sentía muy bien, productiva, incluso alegre. Pero no respeté mi hora de almuerzo -y como funciono con la energía mínima por la ingesta reducida de carbs-, entré en un estado del cual no pude salir en todo el día, 

Primero, vinieron el mal humor y la confusión. Quería comer, pero tenía la mente embotada y no podía decidir nada. (¿Quiero lechuga o acelga?) Eso se agudizó con el paso del tiempo, y se transformó en rabia, desconexión y malos pensamientos. 
Me vacié de energía y no podía sujetar nada con las manos.Pronto me vi imposibilitada de comunicarme verbalmente, algo que duró hasta que me acosté a dormir. 
Luego, apareció el frío, los temblores, y sobre todo, el hambre intensa que siempre suelo graficar como un agujero negro en el estómago. Sentía tantos deseos de comer, que ya no quería comer nada (¿no les ha pasado alguna vez?) No quería nada, de hecho. Sólo revolcarme en mi miseria hasta que alguien me rescatara de allí. 

Aquí está el problema: esto es tan nuevo para mí como para ustedes, sobre todo quienes viven conmigo y me ven todos los días. No los culpo por no saber como reaccionar, porque claramente no lo saben. Hay que aprenderlo con el tiempo, yo también estoy aprendiendo. Pero en esos instantes críticos no era ese mi pensamiento. Creo que fue mi ira desmedida la que me hizo caminar hasta el refrigerador y sacar una Coca-Cola. Qué asco. Tomé unos sorbos y no pude más. 

Horas después, ya me encontraba un poco más restablecida, pero no quería comer. No quería hablar. No quería explicar, ni reír, socializar o caminar. Estaba cansada y me sentía muy miserable, como un Gollum cualquiera, porque un hecho tan "simple" como una hipo le abrió la puerta a una crisis mayor, llena de esas cosas oscuras que una quiere mantener a raya. Bueno, nada que no se quite comiendo y descansando. Por eso escribo esto ahora, porque estoy de vuelta en mi """sano juicio""". Y sé que no debería hacerlo, porque nadie me juzga, pero quiero pedir disculpas. Soy una persona complicada para convivir. Muchas veces soy un encanto, pero también soy huraña e introvertida. En las instancias de crisis las oscuridades se muestran ante todos y la diabetes no hace más que volverme demasiado transparente. Me disculpo porque, mientras esté descubriendo como controlar estos episodios y volverme una mujer más equilibrada, tendrán que seguir soportando al chupasangre energético en el que me convierto. 

Ahora, si quieren soportarlo de mejor manera, unos breves consejos:

- Gaseosa azucarada o jugo muy dulce siempre a mano, el líquido se absorbe más rápido que un chocolate. Si no quiero beber, oblíguenme con firmeza y amabilidad, la rudeza no sirve. Y si estoy inconsciente, una inyección de glucagón en el muslo (me da flojera dar un instructivo). 

- El medidor de glucosa es muy importante, debo testearme sí o sí para saber si estoy más restablecida. Si es así, el chocolate me vendría bien. Pero un trocito, no la barra entera! Después de un rato, debería ingerir una comida más apropiada. 

- Actuar con rapidez y calma, no alarmarse ni ponerse violento porque eso me producirá rechazo y probablemente me sienta peor. No me haga hablar ni moverme más de lo necesario, porque no podré hacerlo. Tampoco me hable fuerte o se ponga a gritar, porque lo odiaré a muerte. 

- Los cambios de humor son más naturales de lo que se piensa, porque, como ya señalé, los niveles de azúcar son más juguetones y veleidosos. Pero si ve que empiezo a encerrarme en mi misma al punto de ojos llorosos + silencio absoluto, preocúpese. Puede ser una crisis de cualquier tipo, relacionada o no con la diabetes, pero preocúpese igual. Nunca se sabe. 

- Todo lo que aconsejé lo hice pensando en situación de casa. Si estamos en la calle, tengo carnet de diabética con números de emergencia, y snacks para el imprevisto. Mmmhh, a veces olvido esto último jaja, pero cochinadas con azúcar venden en todas partes. 


A veces pienso que la gente necesita ver cosas terribles para recién tomar las precauciones necesarias. En cierto modo, es así. Y eventualmente, pasará. Pero la información de primera fuente siempre se agradece, y el pasar por estas experiencias es parte de la investigación, lo quiera o no. Me cuesta sincerarme respecto a estos temas tan personales, pero es un buen ejercicio y me siento mucho más aliviada. Eso, gracias, espero sus comentarios de "déjate de huevear, y come!". 

*

2 comentarios:

  1. Déjate de webiar y come!! XD ! No, lo que realmente quería decir es que estoy impresionadisima, la verdad es que no entendía una mierda sobre el mundo de la diabetes y ahora si creo que cuerpo es tan complejo como el universo. Es tan extraño... Es extremo, si no tienes absoluta disciplina se desata el caos en todos los sentido del cuerpo-universo.
    Me gusta leerte, aunque te confieso que me da un poco de miedo ese caos, me desespera un poco.
    Un abrazo de Chascona.

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  2. Ñe, me perdí esta entrada en su tiempo.
    Peligroso pos, que quieres que te diga.
    En última instancia el vaso de agua con 5 cucharadas de azúcar.

    Te quiero Lila :(

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